El transgénero, lo que más me preocupa hoy y estar destinado a ser.

Captura de pantalla 2015-04-26 a las 17.53.31

Acabo de terminar de ver la entrevista de Bruce Jenner con ABC. Para todos los que no sepan de qué se trata esto, Bruce Jenner es un famoso medallista olímpico y atleta/héroe estadounidense que se casó y recientemente divorció de Kris Jenner la mamá de las Kardashian. Ya sé que muchos son o dicen ser escépticos con el tema de la reality T.V. pero sigan conmigo, este tema tiene un trasfondo mucho más profundo de lo que imaginan.

Bruce Jenner acaba de ser parte de un momento histórico, no solo en el mundo del entretenimiento sino en el cultural y social también. Después de meses y meses de rumores de que Jenner estaba cambiando de género, la verdad salió a la luz y él, personalmente en una entrevista con Diane Sawyer, lo confirmó. Jenner ha batallado desde que era un niño y a lo largo de su vida con ese sentimiento de que su alma y su cerebro son mujer.

Cuando escuchamos este tipo de noticias es difícil encontrarles el sentido o coherencia al instante. Son cosas que no entendemos porque no las vivimos en carne propia y a demás de todo son un tabú social.

Conforme pasaba la entrevista yo pasé por varias emociones y procesos mentales. Primero busqué entender su punto, no juzgar, poner atención y hacer una especie de balanza entre lo que yo pienso y lo que él piensa.  A pesar de seguir esta entrevista con un apoyo enorme por una persona tan valiente, muchos comentarios para mí no son fáciles de digerir. El transgénero es un tema muy presente en la actualidad y vienen cosas mucho más solidas y fuertes en el camino. Quiero que quede muy claro que yo apoyo incondicionalmente a todas y cada una de estas personas. No por lo que piensan y dicen o por cómo se ven o quieren ver, sino por dos razones muy sencillas; una, ¿quién chingados soy yo para juzgar a quien sea? y dos, apoyo a cualquier ser humano en busca de su felicidad, sea la que sea. Yo estoy en esa búsqueda personal de la felicidad y no sólo aplaudo a quienes la buscan, aplaudo a quienes luchan por ella aún contra la corriente. Somos el futuro, todos y todas.

Cuando terminó la entrevista no pude evitar sentirme profundamente conmovida y tocada por esta historia y este hombre al que yo veía como una prop en el reality show de Keeping up with the Kardashians. Este hombre, todos estos años, vivió una batalla enorme él solito y hasta ahora juntó el valor de dar un paso hacia adelante no solo para él, sino para todos nosotros. Esto, aunque sea algo nuevo y no lo entendamos, es un regalotote que él le acaba de dar a la humanidad. Está ahí para quien quiera tomarlo.

Si tuviera que escoger una palabra para este momento y para cualquier otro momento en que personas de todo el mundo, no solo han aceptado la naturaleza de lo que son, sino que han salido y lo han gritado al mundo, eso para mí, es valentía en su más puro estado.

Vivimos en épocas tan modernas y tan supuestamente “evolucionadas” donde en lugar de poder ser libremente quienes somos, tenemos miedo a ser juzgados 140 caracteres por minuto. Creemos que somos muy abiertos pero señalamos con el dedo al instante al no reconocer algo diferente de nosotros. Juzgamos un chingo, a nosotros mismos y a los demás.

En la época donde las mujeres quieren dejar de etiquetar, medir y censurar su cuerpo, hay hombres creyendo que pueden decidir qué cuerpo vale la pena ver y cuál no.

En la época donde supuestamente dejamos atrás el racismo, hay oficiales apuntando su pistola a más personas por su color de piel, que por sus delitos.

En la época donde con una aplicación podemos estar del otro lado del mundo y hablar con nuestros seres queridos diario, hay papás que corren a sus hijos de casa por ser homosexuales.

En la época donde la espiritualidad es una ola que va creciendo y uniéndonos, hay religiones que creen tener el poder de decidir quien entra o no entra y quien vive o quien no vive. 

Eso es lo que más me preocupa, la intolerancia.

Hoy, sabiendo todo lo que está pasando en el mundo, el terremoto en Nepal o la guerra en Syria; las mujeres en India o la corrupción en México; hoy escojo hablar del transgénero porque estas son las cosas que construyen a una sociedad desde abajo y determinan cómo vivimos y cómo funcionamos entre nosotros.

Conozco a muchas personas que, probablemente, están juzgando en este momento mis palabras, mis ideas y naturalmente todo el concepto de transgénero. Y no, no los quiero convencer de nada, ese no es mi papel ni el de nadie. Si algo he aprendido es que somos responsables de lo que pensemos y sintamos dentro de nosotros. Querer cambiar a alguien más es una pérdida de tiempo. Pero si quiero explicarles la importancia de abrir nuestras mentes. De empatizar con los demás aunque no los entendamos. De respetar a alguien por el simple hecho de que no nos corresponde no hacerlo. De dejar de etiquetarnos por país, por color, por ideología, por talla, por religión y/o por género.

Si pudiéramos entender lo hermosos que somos todos cuando estamos plenamente siendo quienes estamos destinados a ser, solo así entenderíamos que todos somos iguales porque todos venimos del mismo lugar y todos vamos al mismo lugar también.

Cada quien sabe en el fondo de su alma cual es su misión en esta vida, y en el caso de Jenner, su misión es esta. Es llegar a romper esquemas, tirar paredes, crear conmoción y en todo ese drama dejarle algo hermoso al planeta.

Quiero pensar que mi misión es algo parecido. Quiero gritar lo que pienso y lo que opino pero quiero gritar aún más fuerte sobre el derecho que tienen los demás a gritar y a ser plenamente lo que sea que quieran ser.

El día que eso pasé la misión colectiva se habrá cumplido. Pero falta mucho. Mientras unos por fin abren los brazos a quién realmente son y reciben todo el amor del mundo, hay muchos creyendo que tienen que vivir bajo el mismo esquema o pensar sólo de una forma; hay muchos que se catalogan y limitan por sus genes, desde su cuerpo hasta su forma de ser; hay más , créanme.

Somos ignorantes al medirnos por lo que vemos frente al espejo o lo que creemos que somos a través de los ojos de alguien más, y somos ignorantes por no buscar entender lo infinitos que somos, los límites que no tenemos y lo conectados que estamos.

Mi preocupación más grande es que pase esta generación y no aprendamos nada. Que pasemos y no dejemos algo importante a la siguiente. Que no seamos quienes estamos destinados a ser. Que nos cataloguemos a nosotros mismos y que creamos que todo esta dividido entre el bien y el mal. Mi preocupación más grande es que nos quedemos cortos.

Así que ahí esta mi parte. Hablemos de esto abiertamente, hablemos de todo lo que esta pasando; y sobre todo cuando hablemos, cuidemos nuestra palabras, busquemos profundidad y sobre todo seamos tolerantes. Seamos quienes estamos destinados a ser y dejemos a los demás serlo también.

It’s all about the love, baby. 

GUÍA PRÁCTICA PARA SOBREVIVIR PT. 2 La importancia de entender el valor que agregan las personas a tu vida.

Valora a cada persona que conozcas en el camino.

Cada palabra, cada historia, cada conversación y cada ser humano son parte del regalo que te da el camino y la vida. Valora a cada persona que abra cada centímetro de su corazón y de su mente al compartirte una parte e ellos a través de sus palabras o de su silencio.

Cada persona esta viviendo su propio y tormentoso camino y están viviendo una aventura que, al compartirla, crea un impacto que deja una estela en el camino de su vida y los vuelve inmortales en esta tierra. Todas las personas te pueden dejar un consejo o una lección. La única forma de trascender es compartiendo.

Agradezco a la vida por esas personas que me ha puesto en este preciso camino en los momentos en que más los he necesitado. Cada extraño que se ha vuelto un amigo y cada amigo que se ha vuelto familia en Asia o desde México ha significado para mi no sólo fuerza y paz sino convicción e inspiración.

Cada plática y momento que he tenido con alguien, se ha vuelto una parte determinante en mí y pudimos crear una conexión que de alguna manera nos une para siempre.

Han habido tantas personas en estos meses que no podría enumerar las lecciones y conversaciones que se tomaron el tiempo de dejarme. Pero hay una de todas estas personas que no quiero dejar de mencionar.

Se llama Ravi y es el encargado de cuidar la casa de voluntarios en Ambalangoda, Sri Lanka.

Ravi vino por mí a la estación de tren y rápidamente movió a todas las personas para abrirme paso después de un viaje de 6 horas con alrededor de 50 paradas. Traía una motoneta y se las ingenió para que mi maleta y yo cupiéramos seguras con él. Me dio un casco y me ayudó a abrocharmelo y empezó mi viaje por la playa del sur de Sri Lanka.

Cuando llegamos a la casa me enseñó el que sería mi cuarto por esa noche y se fue corriendo a la cocina a prepararme algo de desayunar.

Ravi a demás de cuidar la casa, es el cocinero y chofer. Su trabajo es llevar y recoger voluntarios, cocinar para ellos, abrir y cerrar cada vez que alguien llega, cuidarlos, resolverles, llevarlos y aguantarlos las 24 horas del día. Además, Ravi es papá de 6 hijas que viven con él en una casa atrás (mal construida y muy pequeña para ocho personas).

Ravi sabe hablar inglés pero, como a muchos, se le confunden las palabras y le cuesta expresarse en un idioma que no es el suyo. Cuando me llevó a los proyectos me enseñó cada tortuga y me explicó algo especial de ella, con todo y que le costaba traducir todo al inglés.

Después le pregunté que dónde estaba el super más cercano y me dijo que él me llevaba en la moto. Llegamos al super y me bajé y fue atrás de mí. Me acompañó en cada pasillo como guardaespaldas, me ayudó a guardar todo en bolsas y me regresó a la casa donde naturalmente me ofreció comida de nuevo.

(Cocina muy cabrón por cierto)

Mi tren del día siguiente salía a las 5 am. Le dije que iba a pedir mejor un taxi pero obviamente se negó y me dijo que él me iba a llevar y no tomó un no como respuesta. A las 5 de la mañana ahí estaba en la puerta esperándome con el casco en las manos.

Llegamos a la estación y estacionó la moto se bajó conmigo compró mi boleto y cuando me dieron el incorrecto regresó a pelearse con el señor de los tickets media hora para explicarle que mi tren era otro. Yo estaba muy apenada de que el pobre se había despertado a las 4 para llevarme al tren y todavía seguía ahí conmigo esperando; le dije que se fuera que yo esperaba el tren sola, pero no me dejó, me dijo “I wait. I wait” y ahí nos quedamos. Yo traía dos choco-milks (por atascada) y se me ocurrió ofrecerle uno mientras esperábamos. Lo tomó como si le hubiera dado una joya. Me dijo que tenía que ir a no se donde y se desapareció. Llegó a los 5 minutos con un paquete de dulces típicos de Sri Lanka para regalarme de despedida, ¡todo por el chocomilk que le di!

Cuando llegó el tren corrió a buscarme lugar, subió mi maleta y nos despedimos rápido por que el tren solo para 2 minutos por estación.

Probablemente nunca vuelva a ver a Ravi. Probablemente no hayamos tenido una conversación real. Probablemente él nunca va a saber lo agradecida que estoy con él porque, en este lugar tan nuevo y extraño para mí, saber que podía contar con él lo hizo todo más fácil. Probablemente él nunca sepa que yo estaba pasando por un momento difícil ese día. Probablemente no sepa que, sin mucho que decir, salvó mi cordura. Probablemente nunca sepa que me hizo sentir segura y querida.

No ha sido la conversación más profunda, espiritual o significativa que he tenido en este viaje, sin embargo, Ravi me dejó una lección muy valiosa: hay que darse a los demás. Sean quienes sean, vengan de donde vengan, ofrecer tu ayuda a alguien más ya sea por trabajo o por gusto, hace que conozcas una parte íntima de ellos. Abriendo tus puertas haces que estas personas que conoces en el camino abran las suyas y literalmente ves a través del alma de alguien.

Eso aprendí de Ravi y donde sea que lo lleve la vida estoy segura que va a estar muy bendecido y muy feliz. Tiene todo lo que necesita para vivir plenamente y no, no es una casa grande. Es una familia que lo ama, un corazón enorme y esa capacidad tan noble de ayudar a los demás de una forma mucho más profunda que material.

El ya dejó su estela marcada en mí. Él y muchas otras personas más. Y espero, yo en ellos.