La mexicana en Bali. Semana 1.

FullSizeRenderEsta semana fue una para observar. Digerir poco a poco el nuevo lugar en donde estoy y la situación personal en la que me encuentro después de cruzar el océano pacífico. No se todavía mucho de esta cultura pero encuentro en cada paso que doy un lugar mágico y único. Estamos tan acostumbrados a nuestra realidad que algo tan diferente a veces es como una bofetada en la cara.

Aquí el aire es húmedo y pesado pero el ambiente es relajado y fresco; escuché que la gente viene aquí a encontrar equilibrio, espero ser una de esas que lo encuentra.

Estoy en una selva “urbanizada” donde hay calles como lianas que se extienden en pequeños senderos y lianas reales colgando de los árboles tocando tu cabeza mientras caminas sobre una calle de doble sentido donde apenas y caben dos coches.

Si ves hacia arriba puedes ver toda la variedad existente de arboles y plantas de un verde brillante que contagia el oxígeno y la vida del lugar.

El camino del aeropuerto a aquí duró un poco más de una hora pero a mi me pareció corto porque siempre hubo tantas cosas nuevas que observar. Me sentí como una persona ciega que vuelve a ver y ve todo con ojos nuevos, como si no supiera nada y lo estoy aprendiendo de nuevo.

Las calles están llenas de sonidos y olores de playa. Las motos pasan en grupos grandes ocupando todos los carriles que hay. Cada pocas cuadras te topas con la entrada de un templo y en ella una majestuosa estatua de piedra de un dios diferente cada vez. Ganesh, Shiva y dioses que jamás supe que existieran adornan los jardines y las entradas de las casas. Y dentro de todo, ese caos controlado, que me es tan familiar y tan asiático.

La casa donde vivo es una construcción grande que da a un campo de arroz. La casa esta sobrepuesta en un jardín y tiene techo de palma. Mi cuarto esta al fondo de la casa y tiene dos ventanas grandes por donde siempre entra luz. Mi ventana no cierra por completo pero quiero pensar que como da a un jardín trasero estoy en la parte más segura de la casa. Hay dos literas deshabitadas y un colchón en una al fondo donde duermo. Definitivamente no es nada extremadamente cómodo pero es práctico. Vivo con 4 otras personas pero la casa es más bien el centro de actividades en exteriores de la fundación. Nuestra cocina es más bien como un almacén y el único baño que tiene esta repleto también de materiales de construcción. ( El escusado jala y con eso me doy por bien servida). Cuando me dan ataques de higiene uso una toallita de clorox y limpio todo el baño; no se qué tanta diferencia hace.

La primera noche que pase en mi nuevo cuarto fue como entrar en vivo y directo a uno de esos discos de sonidos de la naturaleza. Puedo escuchar desde mi cama el sonido de cada ser vivo que viva a 10 metros de mí. Es chistoso pensar que mucha gente se pone estos sonidos para dormir porque créanme que escuchar la cantidad de ranas, ouijas, grillos y chicharras afuera de tu ventana no es tan relajante que como escucharlo en el ipod. Lo que más me gusta es despertar con los ruidos de la naturaleza; de los pájaros y del viento cuando amanece. Despierto cuando sale el sol y no me duermo mucho después de que se mete.

Tengo lo que necesito y a lo demás me voy acostumbrando poco a poco.

Mis roomies son dos tailandesas y dos balineses, todos miembros del staff de la fundación. Se podría decir que mi forma de hablar con ellos es algo a lo que le llamo a la Tarzán y Jane. Cuando digo muchas cosas de corrido en inglés empiezan a asentir rápido y dicen -yes- sonriendo pero puedo ver en sus ojos una preocupación creciente así que hablamos ahora de poco en poco. Hoy por ejemplo en el pequeño estanque que tenemos en la casa viven dos peces y uno de los balineses me dijo muy emocionado “look fish” y yo sonreí y le conteste “oh yes fish fish”. Es la conversación más larga que he tenido con él desde que llegué.

La semana se pasó tranquila, esta tierra no es de mucho estrés ni sobresaltos y eso me da tranquilidad….y a la vez angustia, ¿será normal? creo que estoy acostumbrada a otro tipo de vida.

Llueve en las tardes pero es una lluvia que refresca y limpia. La tormenta verdadera fue la de adentro de mí mientras me acostumbro a estar tan lejos.

Bali es la tierra de la flor y del extranjero; hay gente de todos los países, muchas familias con hijos pequeños y señores viejitos. Todos aquí tienen una moto y solo los turistas usan casco. Es una provincia que ha vivido esa hibridación de culturas donde contrastan en cada esquina. Hay muchos lugares con acceso a internet y a la vez muchos niños que no van a la escuela. Hay hoteles gigantescos y lujosos y por otro lado si hay viento fuerte se puede caer un árbol y se va la luz todo el día.

Ayer me tocó pasar por algo difícil. Estaba en la oficina y justo afuera se escuchó un golpe fuerte y cuando volteamos había un perro atropellado llorando de dolor. Nadie hizo nada y todos se congelaron entonces tuve que ir a la mitad de la calle a intentar ayudarlo. Nadie hacía nada y yo hacia intentos tontos de comunicarme con ellos para ver si había algún lugar a donde podríamos llevarlo. Nunca me había sentido tan impotente. Nadie me entendía. Cuando vi que nada iba a pasar y que la panza del perrito se inflamaba más y más por minuto me senté en la calle con él, lo acaricie y abracé fuerte e intenté decirle de mi mente a la suya que ya se podía ir, que todo iba a estar bien. Pasaron dos minutos en los que se movía como para agarrar aire pero en mi mano fui sintiendo como dejó de respirar hasta que su corazón dejó de latir. Los locales siguieron rápidamente con su día y tal vez este perro es uno de miles que es atropellado pero para mí, presenciar la muerte de otro ser vivo por primera vez y tan de cerca me cambió la cara, el ánimo y definitivamente un parte de la vida. Cuando me acuerdo intento concentrarme en decirme a mi misma lo que le dije al perrito, que todo iba a estar bien.

Este tipo de cosas son las que me ayudan a ver el panorama tal y como es. Me siento tan bendecida de venir del lugar que vengo, de tener una cultura tan bonita y de tener la oportunidad de conocer otras y mezclarlas para que me hagan una mejor persona.

Esta semana he aprendido que hay mucha nobleza en la gente, que aunque no nos entendamos hacemos el esfuerzo una y otra vez; que hasta las cosas más tristes no deben detener al mundo y que todo, absolutamente todo, pasa por algo. Me gusta pensar que sigo viendo bondad en mi mundo y en este y que eso nos une.

Puedo decirles que en mi sexto día en Indonesia todavía no esta todo bien pero si de algo estoy segura es de que al final todo, siempre, va a estar bien.

Hasta aquí mi reporte 🙂

FullSizeRender

GUÍA PRÁCTICA PARA SOBREVIVIR EN EL EXTRANJERO (O EN TU PAÍS, O EN EL MUNDO). PARTE 1.

1. Un día a la vez.

A la -alcohólicos anónimos-. Si piensas mucho en el ayer sufres, si piensas demasiado en el futuro te mortificas. Si logras aguantar un sólo día sin contar el tiempo y creando pensamientos positivos entorno a lo que sea, la sorpresa es ¡que aguantas todo el día! y mañana, vuelves a empezar. Solo por hoy. Hoy es hoy.

FullSizeRender2. Echate porras.

Tu eres tu propio porrista, nadie más lo va a hacer por ti y si lo hacen lo sentirás mucho más viniendo de adentro de ti. Echatelas y si puedes aún mejor escribelas, en un papel, en una pared o en tu brazo. Repite a ti mismo una y otra vez lo fuerte que eres por hacer lo que sea que estés haciendo, por más mínimo que parezca. Echate porras por afrontarla vida como la afrontas. Escribe mensajes en tu cabeza que se graben poco a poco y no dejes de hacerlo.

3. Busca otras historias de valor.

Cuando la inspiración, fuerza y determinación no salgan de ti, sal a buscarlas; a la calle, a tu computadora, o en un buen libro. Hay tantas historias de gente valiente y sabia que fortalecen y cambian nuestra percepción del mundo. Las letras y palabras de otros pueden convertirse en las nuestras, se vale. Los mensajes de calor que encuentro afuera entran a despertar el valor que ya hay dentro de mi. Lean, observen, busquen y encuentren.

4. Agradece.

Da gracias por estar vivo, por estar aquí y en este momento. En lugar de sufrir, agradece el amor que eres capaz de sentir por otros y agradece el que otros sienten por ti. Da gracias por esta mente tan inteligente que es capaz de hacerte sufrir y sanar al mismo tiempo. Somos un milagro; da gracias por cada cosa que te rodea, es una bendición.

5. Haz de tu casa un hogar.

Llénala de cosas que habría en tu casa ideal. Mantenlo sencillo pero lleno de energía positiva. Llénalo de pensamientos positivos y de amor. Crea un espacio de seguridad y paz al que puedes ir cuando sea que lo necesites; crea un lugar que es solo tuyo para desenvolverte donde nada más importa más que tu.

Estas en tu casa porque tu cuerpo y tu alma están ahí.

6. Haz todo lo que hagas con amor.

Un chingo de amor. Que tu trabajo, proyecto tarea actual te guste mucho o poco sea algo que salga de un lado bueno de ti mismo. Que te entregues en lo que hagas no por el resultado sino porque es la única forma de hacer las cosas, con amor y desde el corazón. Ponle atención y dedicación y que puede surgir de algo ordinario, una experiencia extraordinaria.

Ponerle amor a cosas pequeñas hace que las hagamos mejor y nos hace sentir mejor automáticamente.

IMG_0001

Valiente

Este es el momento. En el que la vida me sigue poniendo constantemente a prueba y el que yo busco con determinación. Soy el perro que persigue la llanta sin saber que hacer cuando la alcanza y esta bien. Soy fuerte, puedo aguantar un día más, una hora más. Estoy probando de lo que estoy hecha. Estoy ignorando el hecho de que en Mexico tengo una cómoda cama y mi propio espacio. Estoy entendiendo que la gente que más amo esta en mi corazón más que físicamente presentes. Estoy diciéndome a mi misma una y otra vez que estoy en el lugar donde debo estar. Que no hay vuelta atrás ni aunque regresara hoy mismo. Todo este tiempo estamos avanzando hacia nuevas decisiones y momentos. Todo el tiempo estamos en movimiento. Desapegarse de todo no se trata de dejar ir, se trata de agarrarse fuerte de lo que es real. De las conexiones  profundas humanas y con la naturaleza. Se trata de entender que no es ni el pasado ni el futuro lo que importa sino este momento, este momento en el que con todas mis fuerzas quiero explotar y regresar a casa, este momento en el que me mantengo firme y viendo arriba; con esperanzas de que llegué a mi la fuerza del universo para aprender a ser paciente, tolerante, amorosa y pacífica.

Esta es la prueba más grande hasta ahora. Todos estamos en ese momento en cada instante de nuestras vidas. El momento de ser valientes al tomar decisiones. El momento de abrir los ojos y ver todo como es. El momento de conectarnos con todo y dejar que todo fluya. No pasa siempre, es difícil para mi entrar en este punto una y otra vez pero cuando lo logro es poderoso, es más fuerte que yo y me llena de esperanza. Un día más. Una noche más. Mañana será otro día. Valiente.

18 horas de vuelo

Escrito desde el avión de Aussieland al Paraíso.

FullSizeRender

Muchas parejas de viejitos, parece que Bali va a ser el paraíso del hombre retirado. Hay unos mexicanos en la fila de adelante; con solo escucharlos platicar en español entre ellos salvan mi cordura y respiro profundo.

La señora sentada junto a mi es de esas con las que es mejor no empezar una plática. ¿Se supone que todas las mujeres no convertimos en eso cuando somos grandes? ¿No tenemos el gen de la mamá siempre dentro? Esta señora o no tiene hijos o sus hijos no la quieren mucho. Extraño a la mía, ella si hablaría con alguien como yo.

La parte más difícil hasta ahora ha sido subirme al primer avión. Me despedí de una vida perfecta o casi perfecta para embarcarme en algo completamente desconocido. Estar en un avión a cientos de metros por arriba te hace ver todo tan pequeño, pero también te recuerda la pequeñez del ser humano en un planeta tan grande. ¿Quién soy yo para mortificarme de que algo salga mal? Las decisiones del universo son mucho más grandes que yo.

La señora agria se cambio al lugar de atrás vacío, le ofrecí cambiarle para que este con su esposo, me dijo que no con los labios pero no se molesto ni en emitir un sonido. El esposo se ve aliviado de estar un rato solo. Ojalá la señora no decida regresar.

El primer avión duró un total de poco menos de 12 horas. Mi botella mágica de agua para dormir me mantuvo 10 horas casi seguidas profundamente dormida. Gracias bendita medicina, sentía que el corazón se me iba a salir antes de siquiera haber despegado. Despedirse es una costumbre a la que no estamos acostumbrados. Separarnos, en nuestro hemisferio izquierdo es romper una conexión que de acuerdo con el derecho es inquebrantable. Quiero pensar que estos días estoy más conectada a mi hemisferio derecho. Quiero pensar que estoy tan conectada a algunas personas, que están aquí conmigo en el lugar 21F viendo por la ventanilla como recorremos la isla australiana, sintiendo los mismos nervios de emoción y nostalgia que siento yo en el estómago.

¿Cómo podría irme lejos? Cómo podría irme si tengo clavado en el corazón la sonrisa de mi sobrina de 3 años; cómo podría irme si cierro los ojos y me veo en mi cuarto, en mi espacio; cómo podría irme si cada miércoles voy a recordar la casa de mis abuelos. Cómo podría irme si siento mi mano apretada con la de él. Cómo voy a estar lejos de mi mamá si escucho su voz y consejo en cada decisión que tomo; cómo voy a estar lejos si siento tan cerca a tantas personas que me dieron su protección, su amor y su apoyo en cada paso de este año y el anterior. Cómo voy a estar lejos de mi México si es lo que más paz me da cuando pienso en mi regreso; cómo podría irme en verdad si siempre estuve ahí; en la sonrisa de mi novio, en el abrazo de mis abuelos, en las pláticas con mi mamá, en las travesuras de mis sobrinos, en las risas de mis hermanos;. Cómo voy a estar lejos si los siento a todos tan cerca.

Cierro los ojos y ya estoy ahí, abro las manos y siento las suyas apretarme fuerte. Cómo no voy a estar ahí en cada cosa que hagan, cada éxito que conquisten, cada miedo que enfrenten, cada día difícil, cada titubeo, cada pesadilla, cada festejo, cada alegría; cómo no estar ahí si ya deje una parte tan grande de mi en ustedes, que ustedes van conmigo. Vengan, únanse, que, a través de mi, vean lo que yo estoy apunto de ver, que compartan conmigo cada risa, cada lágrima, cada paisaje, cada sonrisa, cada aprendizaje y cada viaje. Vengan conmigo porque los necesito mucho, porque así como yo no me fui en realidad, ustedes tampoco. Este avión y este viaje van llenos con su amor, su luz y su apoyo incondicional. ¿Como podría irme si sigo ahí junto a ustedes?

Quiero hablar con la familia de mexicanos, quiero que me hagan sentir mejor. Subirte sola a un avión es afrontar el hecho de que al final todos estamos solos. Que todos tenemos vuelos por hacer y que al final es con nosotros mismos. Veo a todas estas personas que vienen en pareja, en familia, entre amigos, y me veo aquí sentada en la ventanilla de un avión anhelando que mi mamá o mi novio estén aquí conmigo, y luego me acuerdo que si están. Pienso en lo fuerte que me hace el simpel hecho de subirme a este avión, de mantener la camla y de sonreir al aire. Que es un paso grande en una dirección nueva y que no importa lo que pase mañana hoy estoy aquí. Estoy aquí y ya aprendí muchas lecciones en las horas de vuelo. Ya valore todo desde lejos y me siento más lista, más madura y más completa.  Estoy presente viviendo este momento con toda la dulzura y amargura que conlleva. Y me gusta pensar y repetirme que todo esta bien, que las personas a las que amo van a estar bien y que yo voy a estar bien. Me lo repito cada minuto. Todos y todo van a estar bien.