El arte de las relaciones

large (9)Los dos últimos años han llegado a mi dos bendiciones muy grandes disfrazadas en dos formas, la de un hombre y la de un libro.

Estas bendiciones llegaron a enseñarme mucho sobre el amor y las relaciones, que son un verdadero arte.

Este libro me salvó de perder la cabeza y soy testigo de cómo ha influido en las vidas de personas muy cercanas a mi.

Se llama “La Maestría del Amor” del autor Don Miguel Ruiz (que si no ubican, también escribió Los Cuatro Acuerdos; otro libro salva- vidas).

Este libro tiene la peculiaridad de que desde la primera hoja básicamente te dice que el amor de un perro hacia su dueño debería ser ejemplo del amor entre humanos. (Si, algo así como cuando llegas a tu casa y tu perro siempre te va a hacer fiestas, va a mover la cola y te va a amar sin condiciones).

Viniendo de una familia medio feminista, medio controladora y medio muy dominante lo primero que hice fue sentirme ofendida por las palabras de este señor; pero no me costó muchas páginas darme cuenta de cuanta razón tiene.

Nos enseñan desde niños que tenemos que jugar juegos cuando se trata del amor y las relaciones. Como no responder un mensaje hasta que pasen dos horas, no decir te amo primero y hacer como que no estamos interesados. Todo esto para no permitir que la otra persona vea lo que en realidad sentimos por ellos.

Este libro habla de una clase de amor más puro; en el cuál, cuando decides amar a una persona (con todas sus cualidades y defectos) y sobre todo te dejas a ti mismo sentir el amor tal y como es, las relaciones dejan de ser trágicas y melodramáticas y se vuelven una experiencia completamente espiritual y trascendente.

Cuando amamos a alguien y tenemos dudas sobre nosotros es cuando vienen las inseguridades, los celos, los rencores y las expectativas. Cuando nos amamos plenamente y estamos conscientes de todo el amor que estamos listos para dar, ahí es cuando vivimos el amor verdadero.

Estas son algunas cosas que aprendí de este gran libro que se ha vuelto mi mantra.

 

  • Los miedos

El principal problema en las relaciones es el miedo a todo. Tenemos miedo a ser nosotros mismos, tenemos miedo a que nos fallen porque alguien más ya nos falló, tenemos miedo a entregarnos por completo, tenemos miedo a perder a alguien, tenemos miedo a que nos sean infieles, tenemos miedo a que nos queden mal; no queremos decepcionar ni que nos decepcionen; vivimos del miedo y no de la vida. Si tuvieran una relación completamente libre de cualquier miedo, ¿qué tan felices serían? Cierren los ojos e imaginen esa relación.

 

  • Las expectativas

Creemos que la persona de la que nos enamoramos puede darnos más entonces le ponemos cada vez la barra más alta y le exigimos que llene espacios que nosotros no podemos llenar. Esperamos que esa persona sea tal y como la imaginamos en nuestra cabeza, o como nuestra familia o la sociedad nos dice y no como la persona que es. Cuando te enamoras, te enamoras de esa persona exactamente como es, cuando la quieres cambiar o esperas algo más que amor puro de esa persona es cuando ya no ves la realidad, sino ves tus frustraciones e ideas reflejadas en el otro.

 

  • Ser tu mismo.

La clave de una relación es aceptarte como eres, aceptar el tipo de persona que estas buscando y que esa persona te acepte por lo que vales, por lo que crees y por lo que piensas.

Si mentimos por quedar bien con alguien ya no estamos siendo auténticos.

 

  • Enfócate en tus acciones.

Perderíamos mucho menos tiempo si nos concentramos en que nuestras acciones sean con amor y con respeto hacia el otro y despreocupados por lo que el otro haga o no haga. Estamos tan al pendiente de las acciones de los demás que nos olvidamos de las nuestras.

 

  • Todo está en ti.

Todos tenemos complejos, fantasmas y mucho que resolver de nuestro pasado, y el hecho de que esto nos persiga no implica que tenemos que hacer que la otra persona la pase mal. No podemos echarle el peso al otro, de los asuntos que tenemos que resolver en nuestras vidas.

Estemos con quien estemos si no somos felices solos nunca vamos a ser felices con alguien más. Nuestra felicidad y paz depende solo de nosotros y si le intentamos pasar la tarea a nuestra pareja solo nos va a traer decepciones porque nadie se puede meter adentro de tu cabeza. La felicidad va de adentro hacia fuera; lo que sigue es compartir esa felicidad con otra persona que ya tenga la suya propia. Compartir no significa complementar; completos ya estamos individualmente.

 

  • Dejar ir la necesidad de control.

A veces creemos que la única forma en que las cosas van a salir bien es si estamos en absoluto control de la situación. Es muy egoísta pensar que podemos ejercer control sobre otra persona, cada quien tiene derecho a ser libre y vivir en plenitud y controlar es no aceptar las decisiones y la libertad de nuestra pareja y es moldearlos a lo que nosotros creemos querer.

 

  • Ir en la misma dirección.

Creo que a estas alturas todos sabemos perfectamente cuales son las relaciones que no funcionan porque ya tenemos una personalidad, un carácter y una ideología por lo que es hay que buscar a alguien que tenga sincronía con nuestras opiniones, valores emocionales físicos, económicos y sobre todo espirituales.

 

  • Abrir los ojos.

Aunque a veces perdemos contacto con ella por vivir en la sociedad en la que vivimos, la intuición es un foquito dentro de nosotros que siempre nos está diciendo si estamos haciendo algo bien o mal; si usamos de ese lado tan instintivo y natural sabebremos distinguir lo que es y lo que no es.

 

  • Saber perdonar y seguir.

Todos, absolutamente todos, a lo largo de nuestras vidas estamos en un proceso de aprendizaje, tengamos 20 o 90 años, cometemos errores muchas veces, el chiste es saber aceptarlos y aprender a seguir. Así como nosotros los aceptamos también es importante aceptar que los demás no son perfectos; que hay mucho que aprender y mientras se tenga la intención de aprender y madurar, perdonar es un acto de amor incondicional.

 

  • No pasa nada.

Si hoy perdieras al amor de tu vida por cualquier razón, es importante darnos cuenta que no pasa nada. La vida sigue y nos vamos a recuperar; al desprendernos de esa “necesidad” de tener a alguien con nosotros, solo a partir de ese momento, podemos crear relaciones profundas.

 

  • Ser libres

El amor solo se puede vivir plenamente en un estado de completa libertad. Tenemos que aprender a separar nuestro mundo del de los demás y llegar a un punto medio. Si nos volvemos absorbentes, reducimos nuestra vida entera a la presencia de otra persona y no nos damos cuenta de todas las posibilidades y personas que conforman nuestro universo.

 

  • La relación perfecta

No existe. Nosotros al decir que si y entrar a una relación tenemos que ser conscientes de que el otro no va a llenar nuestros espacios vacíos; no nos va a “complementar” y no va a ser el príncipe azul que tanto nos metió Disney en la cabeza. No hay hombre ni mujer perfecta; hay personas que se encuentran, que se entienden, que se apoyan, que se aman y que deciden estar juntas. Hay muchos obstáculos y retos que derribar en el camino; pero si es el camino que quieren seguir, vale la pena la chinga.

 

Y para terminar con esta idea del “amor de perro”, cuando estuve en Sri Lanka uno de mis monjes me dijo que quería hacer méritos para que en su próxima vida yo fuera su mamá, su esposa o su hermana. Suena raro, pero si lo analizamos este es el amor más puro de todos, en el que queremos tanto a alguien que no se trata del papel que tenga en nuestras vidas sino que sea parte de nosotros a donde sea que vayamos.

 

“Permite que cada acción, cada reacción, cada pensamiento y cada emoción se fundamente en el amor” – Dr. Miguel Ruiz

El largo camino hacia la libertad

En honor al libro que estoy leyendo ahora y el excelente título de la autobiografía de Nelson Mandela he estado pensando estos días en nuestro camino hacia la muy soñada libertad.

Obviamente no podría comparar mi vida con la de este increíble líder que cambió la ideología de una generación, pero creo que todos y cada uno de nosotros, a nuestra manera, estamos recorriendo ese largo camino hacia la libertad.

Probablemente cada camino sea tan distinto como el siguiente pero estoy segura que todos venimos a este mundo una o varias veces a completar una misión que solo nosotros y nadie más puede completar. Tal vez hay misiones masivas, tal vez hay otras solitarias pero el objetivo siempre es el mismo: nuestra libertad.

Libertad espiritual le diría yo a pesar de que incluya al cuerpo y a la mente.

¿Qué es la libertad? Hay tantos significados y conceptos que olvidamos la base de lo que significa ser libres.

He leído libros de esclavos, prisioneros, judíos en campos de concentración, novelas de realismo mágico y a la conclusión colectiva a la que se llega es que la libertad es algo mucho más allá de poder correr con las piernas.

La libertad viene desde dentro; la libertad es individual y nadie puede dárnosla o quitárnosla.

Para mi por ejemplo ser libre significa ser exactamente quien soy en un mundo donde todo son etiquetas, estereotipos, nombres y definiciones.

Mi libertad llega cuando tengo momentos de claridad y paz mental; cuando dejó atrás o dejo ir los sentimientos negativos de enojo, miedo, rencor y apatía.

Soy libre cuando me dejo ser a mi misma tal y como soy; sin importar lo que digan los demás, estando en armonía y respetando lo que otros hacen y dicen, teniendo muy claro que lo que yo soy no es alterado por algo externo a mi.

Somos libres cuando nos respetamos y nos amamos tal y como somos. Somos libres cuando nada es el fin del mundo y cuando estamos abiertos a todo lo que pueda pasar.

Somos libres cuando no tenemos miedo; miedo de caer, miedo de perder, miedo de no ser suficientes. Somos libres cuando vemos al cielo y las nubes se mueven con nosotros.

Somos libres cuando una persona nos sonríe en el tráfico y le regresamos la sonrisa. Somos libres cuando somos espontáneos, cuando fluimos, cuando no le ponemos presión a las cosas.

El camino a la libertad es el que cada uno escoge por sus raíces y por sus huellas y ser libre es no interferir en el camino de otro; es dejar que el nuestro nos lleve de la mano por diferentes experiencias y encontrar algo enriquecedor en cada paso.

La libertad no es la meta a la que llegas después de un largo y cansado camino; la libertad es el camino que te enseña todo lo que hay a tu alcance para ser feliz y para ser quien estas hecho para ser.

La libertad es no controlar nuestro entorno, es dejar ir lo que no nos pertenece y darnos cuenta de que no estamos aquí para poseer o ser poseídos. La libertad es abrazarnos y amarnos a nosotros mismos.

Nelson Mandela dijo que para que ser libres no se trata de arrancarnos las cadenas, se trata de vivir de una manera en que respetemos y busquemos la libertad de otros.

Hoy, escribiendo esto, fui libre; espero encontrar y que ustedes encuentren más momentos así.

C*

“Soy libre porque pienso”

Estimación personal

                                      large (6)

Muchas veces me he preguntado como funciona el famoso orgullo. Te educan a que tu orgullo hacia ti mismo te define. Cuando pasa una situación externa a nosotros, se dice algo que nos ofende reaccionamos como si fuera increíble, como si nosotros (“centro gravitacional más importante del universo”) no pudiéramos creer que alguien se atrevería a faltarnos el “respeto” en esa magnitud. Nos sentimos indignados; pensamos de las mil y un formas que nos vamos a cobrar este “enorme” error de la persona o personas que nos hicieron sentir esto tan negativo. Bueno eso en pocas palabras es el orgullo. El orgullo, de acuerdo al budismo es ego y las palabras para definir al ego les llamamos estimación personal.

Esto lo aprendí después de muchas clases de meditación y budismo y créanme aún tengo que recordármelo cada vez que voy a hacer un coraje de este tipo.

Conozco perfectamente el sentirnos ofendidos por las palabras y/o acciones de otros, créanme que muchas veces me he sentido más que ofendida, dolida y lo haya expresado o no, no quita que fue como un golpe al estómago pero por dentro. Pero esa es la clave de todo ¿qué pasa dentro de nosotros cuando alguien fuera nos ofende? ¿qué hacemos con esas palabras? El error es que las tomamos; las volvemos tan reales y tan hirientes como nosotros consideramos y nos las guardamos cerca del corazón y permitimos que se vuelvan humo negro que va llenándonos por dentro. ¿Por qué las palabras de alguien completamente ajeno a nosotros destruyen una parte nuestra que ellos jamás podrían tocar? La respuesta es porque nosotros lo permitimos.

El orgullo es estimación propia, la estimación propia es cuando pensamos que somos más importantes que los demás, que nos merecemos más respeto; es cuando creemos que el mundo gira alrededor de nosotros.

Si te pones nervioso cuando llegas a un lugar: estimación propia ¿por qué creerías que eres tan importante como para que todo el lugar gire alrededor de ti?

Cuando alguien te dice que no eres lo suficiente alto, determinado o inteligente y te sientes enojado y sobre todo indignado: estimación personal ¿por qué permitirías que alguien que no eres tu te juzgue y te afecte cuando tu sabes lo que realmente eres?

Cuando intentas controlar las decisiones de los demás: estimación personal ¿qué te hace pensar que tu tienes el poder de decidir por los demás, si ellos tienen su propia mente corazón y cuerpo?

Cuando alguien hace algo como decirte una mentira, y sabes que es mentira ¿por qué permites que sus mentiras se vuelvan las tuyas si tu no tuviste nada que ver desde un principio?

Se que son temas muy difíciles, sobre todo si se trata de alguien cercano, pero pensemos en todos los dramas y enojos que nos hubiéramos ahorrado si hubiéramos tenido presente que la estimación personal estaba decidiendo por nosotros.

Suena tonto pensar que nos creemos tan omnipotentes después de ver todo lo que hay en el mundo y en la grandeza del universo. Perdón (golpe de realidad) pero no somos nada. No somos nadie, somos una muy pequeña tuerca de un engranaje tan inmenso que jamás podremos llegar a comprender hasta que nos volvamos uno con el.

Permitir que las acciones de otros nos afecten no depende de nadie más que de nosotros mismos. Nos sentimos débiles y poco valientes al no hacer nada al respecto pero esa es la clave de todo. Si ellos hablan mal es porque dentro de ellos hay algo mal, no dentro de nosotros. Si ellos deciden ser infieles, desleales o mentirosos ellos miden su vida bajo esos términos, no nosotros.

Cuando dejas ir a la estimación personal y ves lo que en realidad hay dentro de ti, ves las infinitas posibilidades y el infinito, profundo camino que te queda por recorrer.

Normalmente creemos que tenemos que mantener una imagen o reputación fuerte y que nadie nos puede mover de nuestro pedestal porque perderíamos credibilidad y nos veríamos débiles pero la naturaleza y la espiritualidad humana no tiene estándares de débiles y fuertes; no mide a la persona por el respeto que le tienen los demás sino el respeto que se tiene a sí misma. Si estamos tan preocupados porque otros nos tiren de nuestro lugar es porque las bases con las que nos sostenemos están construidas por ellos y no por nosotros.

No es dejarnos perder ante los demás, ni es ganarnos a nosotros mismos; esta vida no es una competencia, no debemos protegernos tanto de todo nuestro alrededor ni de nosotros; ser vulnerables y no predecir cada movimiento no es un signo de debilidad, es una manera de abrirnos a todas las posibilidades. Es estar en contacto directo con lo que nos rodea y con nosotros mismos.

Así que les propongo un ejercicio que funciona el 99% de las veces. Cuando alguien o algo los ofenda piensen qué tan cierto es pero de adentro hacia afuera  y que tanto creen en ustedes mismos. Piensen que la persona que se los hizo se lo hizo a ella misma y que ustedes solo fueron el espejo donde se vio y así como espejo permitan que ese sentimiento rebote y no lo tomen ni lo avienten, no hagan nada con el porque no les pertenece y nunca les perteneció.

No somos dueños de las acciones de los demás, somos dueños de como reaccionamos ante ellas.

Be the bigger person 😉

C*